Como soy poco amiga de cargar con piolets y otros elementos de tortura montañera, decidí volver a el Castillo de Acher bien entrado el verano tras el intento frustrado del año pasado.
Dejamos el coche nada más cruzar el puente de Oza. En las inmediaciones del Campamento Ramiro el
Monje, justo donde termina el puente, hay un panel informativo tras el cual sale
la senda que pasa cerca de un montaje de tirolinas. Seguimos la senda que poco a poco se va
empinando para cruzar la pista que seguimos el año pasado ¡hay que ver cómo
cambia todo dependiendo de la época del año!: el bosque no está ni la mitad de
húmedo que la última vez. Sólo hay que
armarse de valor, paciencia y pulmón para ir superando las rampas que nos
llevan al corto llaneo que nos hará cruzar el barranco Espata para en breve
salir del bosque y parar a hidratarnos contemplando las vistas y lo que nos
queda de camino.
Si ya sudábamos en el bosque, ahora chorreamos como fuentes
bajo el sol de agosto. Vamos remontando
inclinadísimas laderas dejando el refugio de Acher a nuestra derecha para irnos
adentrando en una zona de canchal y pedrera siguiendo los hitos colocados estratégicamente
para llevarnos al punto débil de la pared que rodea y da forma y nombre al
pico. Esto se pone tan empinado que nos
terminamos juntando con una moza que iba delante y otra pareja que iba detrás,
todos resoplando y maldiciendo el calor veraniego en estos parajes
calizos. Cuatro empentones y juramentos
más para salir por fin al archifamoso sinclinal o valle colgado del Castillo de
Acher.
Sopla un viento bastante fresquito y se nos pasan todos los
males al contemplar lo poco que nos queda hasta la cima que atacaremos tras un
descansito de hidratación. La verdad es
que con este día tan claro y la ubicación del pico, las vistas son tremendas y
como se está de vicio, aquí nos quedamos un rato comiendo y hasta echando una
mini-siesta que nos lo hemos ganado.
Fecha real: 24/08/2014
Desnivel: 1319m.
Distancia: 13kms.
Tiempo invertido: siete horitas
3 comentarios:
Enhorabuena, quien la sigue, la consigue. Es lo que tiene subir en Agosto, que o te pegas un madrugón de la leche, o te asas de calor. Un saludo
Vaya vaya con el castillo de Acher. Hace 51 años, repito 51, unos gilipollas vestidos de niños, nos llevaron a unos niños vestidos de gilipollas a ese monte. Claro subimos porque no sabíamos que era imposible. Je je je. Después hemos vuelto y solo se nos ha ocurrido decir "pobres críos". En fin que me alegro mucho de vuestra triunfada, y os deseo que os hayáis impregnado de la magia de ese monte. Un abrazo
Aún con madrugón EDUARDO, en agosto en el monte se pasa calor.
Efectivamente ENRIQUE, nos impregnamos bien impregnados... tanto que nos echamos una siesta y todo.
Salud!
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