miércoles, 10 de octubre de 2012

LA NUBE FRANCESA Y LA MALDICIÓN DE PANTICOSA



Cuando era cría, pero muy cría muy cría, mucho más que ahora… mi abuela me decía: “Pirene, las nubes y los bebés vienen de Francia”. He podido comprobar que lo de los bebés no es verdad porque he ido un montón de veces al país vecino y ná de ná.  Pero lo de las nubes es otro cantar.

Para este domingo habíamos quedado con mi amiga Empanada para hacer la famosa vuelta de los Lagos de Ayous pero desde Astún, así que para las ocho de la mañana ya estábamos coronando Monrepós desde donde pudimos divisar que la nube esa que viene de Francia estaba bien arraigada.  Pos nada, cambiamos de plan, nos subimos a Portalet y desde allí ya decidimos según la meteo y el mapa… ¡ups! El mapa, ambas dos empanadas nos habíamos dejado el mapa.  Bien, empezamos bien el día.

Venga, vamos a sacar el mapa alternativo que no es otro más que la memoria fotográfica de esta menda lerenda… se podría hacer una vueltecica al Peyreget pero está cubierto y el Midi ni se ve, así que damos marcha atrás a buscar zona más clara para terminar en Panticosa tomando un café al ladico del parking de las pistas donde el camarero nos plantea un par de ideas que descartamos rápidamente.  ¡Hay que ver! Sin mapa no soy persona.

Pos nada, nos vamos pal balneario y echamos a andar hacia los Bachimañas con muy buena temperatura y nubes altas que no molestan y dejan ver el sol a ratos.  Con suerte nos acercaremos a Bramatuero y a lo mejor desde allí nos lancemos a alguna cima.  En hora y media muuuy larga, llegamos al primer ibón y contemplamos el nuevo refugio que pasamos de largo para continuar al segundo ibón para parar y comer que las tripillas llevan rato echándonos la bronca a las dos.  Como suele ocurrirme en Panticosa, su maldición se nos echa encima y bocata en mano nos empieza a lloviznar con ese vientecillo fresquito y molesto que nos rocía cual rosas mañaneras.  Mientras se va cubriendo todo de ese típico gris que siempre me hace correr por estos lares. Decidimos rendirnos y empezar a bajar aprovechando para echar alguna foto con mi cámara que se ha salvado de chiripa de un peazo resbalón que me ha dejado el traserito color lila súper mono.  Que no, que no, que muy bonito pero yo me vuelvo a mi casa.


No sé qué pasa en esta zona que siempre me pilla el marrón oyes, de verdad.  Sólo puedo contar dos veces en que no haya tenido que correr huyendo de rayos, truenos, centellas, granizos, lluvias, etcétera y ambas en el Baziás.  Estoy segura que tengo una maldición a espaldas que sólo se activa en Panticosa.